Los
incendios forestales han contribuido en todo el mundo al deterioro de los
recursos naturales y a pérdidas económicas (directas o indirectas) y de vidas
humanas. En México, esta situación no es la excepción; de acuerdo con las
condiciones climáticas y meteorológicas, cada año se presentan incendios
forestales de diversas magnitudes. De 1970 a 2006 han ocurrido en promedio unos
7000 incendios forestales por año, afectándose en promedio unas 221179
hectáreas. Las causas de los incendios forestales en México son atribuibles
principalmente a las actividades humanas (98% del total nacional) y el resto se
debe a causas naturales derivadas de fenómenos como descargas eléctricas o
erupción de volcanes. Para 2009 se calcula que las actividades agropecuarias
representan 41% de las causas que originan los incendios forestales; le siguen
las causas desconocidas, con 13%, fumadores con 12%, fogatas 11%, y el resto
13%. En muchos sistemas ecológicos los incendios forestales tienen un gran
impacto negativo por la degradación que sufren
el
suelo y la cobertura vegetal, y por las emisiones de gases de efecto
invernadero. Han sido identificados, asimismo, como una herramienta de uso
extensivo para la remoción de selvas y bosques, sobre todo en regiones
tropicales. Los efectos causados por los incendios a los ecosistemas forestales
no necesariamente son siempre negativos. Por ejemplo, en los bosques templados,
después de un incendio se propicia el rebrote de pasto tierno que sirve para la
alimentación del ganado y de la fauna silvestre; se facilita la germinación de
las semillas de algunas especies de árboles; se abate el combustible ligero
(pastos, hojarasca, hierbas, etcétera); se controlan ciertas plagas,
enfermedades y vegetación indeseable; se incorporan nutrientes al suelo, y se
evita o disminuye la presencia de incendios de grandes magnitudes. En 1998, al
atravesar México por uno de sus peores años en este aspecto (14445 incendios
que afectaron casi 850000 ha), se hizo evidente la necesidad de encontrar una
solución tecnológica que ayudara en su detección y en el análisis de
propagación.
En
1999, la connubio implementó un sistema para la detección de puntos de calor
(como indicador de posibles incendios forestales) utilizando imágenes diurnas y
nocturnas del sensor avhrr (Advanced Very High Resolution Radiometer) a bordo
de los satélites de la serie noaa (National Oceanic and Atmospheric
Administration), que se reciben gratuitamente y en tiempo real en la estación
de recepción satelital de la conabio. En 2001, la conabio incorporó para la
detección de puntos de calor los sensores Modis (Moderate Resolution Imaging
Spectroradiometer), a bordo de los satélites Agua y Terra de la nasa, que se
comienzan a recibir desde la estación de recepción, aumentando ocho pasos
diarios de imágenes diurnas y nocturnas, y se mejoró el algoritmo de detección
de puntos de calor, en comparación con las dos observaciones que se realizaban
con las imágenes avhrr. Estos productos conforman el Sistema de Alerta Temprana
de Incendios para México y Centroamérica que la conabio publica en tiempo cuasi
real (menos de 30 minutos después de haber recibido la imagen) en su página
(www.conabio. gob.mx/incendios). Se proporciona la ubicación de los puntos de
calor (con coordenadas), su localización con respecto al país, estado,
municipio, tipos de vegetación, riesgos en caso de
estar dentro de un área natural protegida (anp), ángulo
de la pendiente e índice de propagación de incendios (bajo, normal, alto o muy
alto).
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